Odio, por tanto, existo': Manos Limpias, Hazte Oír…, y algún obispo

Estamos viviendo una situación nueva en las relaciones entre religión y política: la alianza entre la derecha extrema, la extrema derecha y las organizaciones cristianas integristas de carácter fundamentalista. Es lo que llamo la Internacional-cristo-neofascista, que constituye la más crasa manipulación del cristianismo, la perversión de lo sagrado, la degradación de la política y una de las más graves amenazas contra la democracia, y genera discursos de odio, que a veces desemboca en prácticas violentas.

 

Esta alianza se produce actualmente en España entre Hazte Oír, organización católica española de ideología ultraconservadora, y Vox, partido político de extrema derecha. Hazte Oír sirvió de plataforma para visibilizar mediáticamente a Vox en sus comienzos cuando este carecía de relevancia en la esfera pública. En legítima correspondencia, Vox ha incorporado a miembros de Hazte Oír en Parlamentos de Comunidades Autónomas, Ayuntamientos y en el Congreso de los Diputados. Dicha alianza cuenta con el apoyo y la bendición de un grupo de obispos “muy conocidos por sus posiciones reaccionarias, que comparten, en el fondo y en la forma, los postulados más radicales de la formación de ultraderecha”, como afirma el periodista y redactor jefe de Religión Digital Jesús Bastante.

 

Hoy estamos asistiendo a una nueva alianza entre el pseudo-sindicato Manos Limpias y Hazte Oír, que han presentado sendas querellas contra Begoña López, esposa del presidente del Gobierno Pedro Sánchez, por el supuesto delito tráfico de influencias, en el juzgado 41 con base en recortes de prensa e informaciones falsas. El juez Juan Carlos Peinado ha aceptado a trámite la querella de Manos Limpias sin la debida y obligada constatación.

 

"Hazte Oír sirvió de plataforma para visibilizar mediáticamente a Vox en sus comienzos cuando este carecía de relevancia en la esfera pública. En legítima correspondencia, Vox ha incorporado a miembros de Hazte Oír en Parlamentos de Comunidades Autónomas, Ayuntamientos y 3n el Congreso de los Diputados"

 

Hazte Oír había presentado previamente tres denuncias contra Begoña López ante la Fiscalía de Europa, la Fiscalía General del Estado y la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude. Acaba de desplegar por las calles de Madrid camiones negros con imágenes de las noticias aparecidas en algunos medios de comunicación, ya desmentidas. En una de esas imágenes podemos leer: “Begoña y Pedro. Tráfico de influencias. ¡FUERA YA! En el momento en el que estoy escribiendo este artículo se está produciendo una manifestación anti-Sánchez en la calle Ferraz, de Madrid, donde se encuentra la sede del PSOE, mientras uno de los camiones de Hazte Oír recorre la calle.

 

A la alianza se ha sumado, como viene haciendo de manera sistemática en situaciones similares, el obispo de Orihuela-Alicante, Juan Ignacio Munilla, que acusa a Pedro Sánchez directamente en tono desafiante: “tienes dos varas de medir la realidad: cuando eres tú el que ataca, que cada cual aguante su vela; si te toca a ti, no todo vale” y le invita “a superar esta doble vara de medir cuando tenemos nuestro ego en el centro”.

 

Es en el seno de las organizaciones de la derecha extrema, de la extrema derecha y de los movimientos cristianos integristas en alianza donde se fraguan con frecuencia los discursos de odio y se establece la dialéctica amigo-enemigo en los terrenos de la política y de la religión. En su libro La obsolescencia del odio el intelectual pacifista alemán Günther Anders (1900-1992) considera que "el vulgar y casi universalmente aceptado ‘Yo odio, por tanto, yo soy’ u ‘Odio, por tanto, existo’" es considerado hoy “más verdadero que el famoso cogito ergo sum, de Descartes”. El odio es "la autoafirmación y la autoconstitución por medio de la negación y la aniquilación del otro" (PRE-TEXTOS, Valencia, 2019, 34-35).

 

En otras palabras, a través del odio a los otros y de la eliminación de las personas y los colectivos odiados, el odiador confirma su propia existencia conforme a este razonamiento: el otro no existe, por tanto, yo existo como el único que queda. Sucede, además, que la aniquilación del otro a través del odio produce placer. Por ejemplo, el torturador disfruta en el acto de torturar: "odio y placer acaban siendo una sola cosa", dice Anders. Cuanto más se extiende y más veces se repite el acto de aniquilación más tiende a extenderse el placer del odio y el placer del ser sí mismo. Diría más: el odio se inocula entre sus seguidores y se extiende a toda la ciudadanía.

 

"El fanatismo es un celo ciego y apasionado que nace de las opiniones supersticiosas y lleva a cometer actos ridículos, injustos y crueles; no solo sin vergüenza ni remordimiento, sino incluso con una suerte de goce y de consuelo"

 

Si la filosofía africana Ubuntu afirma: "yo solo soy si tú también eres", los discursos de odio razonan así: "Él no debe existir para que yo exista; él ya no existe, por tanto, yo existo como el único que queda". Se llega así al placer del odio, que constituye la culminación del odio. Creo que a estas organizaciones se les puede aplicar la definición de "fanatismo", que ofrecía la Enciclopedia, publicada en París entre 1751 y 1772 bajo la dirección de Diderot y d’Alembert: "El fanatismo es un celo ciego y apasionado que nace de las opiniones supersticiosas y lleva a cometer actos ridículos, injustos y crueles; no solo sin vergüenza ni remordimiento, sino incluso con una suerte de goce y de consuelo".

 

"Nunca dicen 'quizá', 'tal vez', 'es posible que', 'yo creo'. De lo contrario no odiarían"

 

El odio no surge de la nada, tiene uncontexto histórico y cultural específico, unos motivos, unas causas, unos porqués. Recurriendo a la alegoría de Shakespeare, que hace suya la intelectual alemana Carolin Emcke, alguien tiene que haber elaborado la pócima que provoca la reacción del acérrimo y encendido odio. Son "unas prácticas y convicciones fríamente calculadas, largamente cultivadas y transmitidas durante generaciones"(Contra el odio, Taurus, 2019, p. 53), alimentadas por foros de debate, publicaciones, medios de comunicación, canciones, discursos, tertulias. Una de las características de las personas y los colectivos odiadores es su seguridad, su certeza absoluta. Nunca dicen "quizá", "tal vez", "es posible que", "yo creo". De lo contrario no odiarían.

 

También los movimientos religiosos integristas se alimentan del odio. ¿Qué sucede? Que curan la infelicidad que les produce la represión religiosa con el odio y, paradójicamente, en él encuentran su felicidad, que dicen prolongarse incluso después de la muerte. ¡Qué perversión y falso consuelo!

 

Tal modo de proceder está en contradicción con los principios religiosos, en concreto, del cristianismo, como el perdón y el amor al prójimo, predicados por Jesús de Nazaret y tristemente no practicados por muchos de sus seguidores. Estos principios exigen renunciar a la venganza, al "ojo por ojo y diente por diente", perdonar las ofensas "hasta setenta veces siete" (Mateo 18,22), es decir siempre, y cumplir el precepto jesuánico "amad a vuestros enemigos" (Mateo 5,43).

 

Los discursos de odio nada tienen que ver con la orientación liberadora, igualitaria y acogedora de las personas diferentes, expresada en las distintas formulaciones de la Regla de Oro: "No hagas a otras personas lo que no quieres que ellas te hagan a ti”. Actúan en dirección contraria a una de las formulaciones del imperativo categórico kantiano, que me gustaría recordar en el tercer centenario del nacimiento del filósofo de Königsberg, que estamos celebrando este año: “Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre y al mismo tiempo como fin y nunca solamente como un medio”.

 

Por: Juan José Tamayo