1. Empieza el día poniéndote en manos del Padre. Con confianza radical. Vas a estar todo el día bajo su protección. Puedes sentirte seguro de ello. El siempre estará a tu vera, acompañándote como el amigo más fiel .
Reza a continuación: Padre, al comenzar este nuevo día me pongo en tus manos...
2. A continuación escucha el Padre nuestro en arameo. Una, dos veces. Disfruta. Como si estuvieras escuchando realmente a Jesús de Nazaret, que te dice, en su lengua, en la lengua con la que habló a las gentes por los caminos de Palestina: Cuando recéis, rezad así... Padre nuestro...
3. Por fin, te cuento: El 1945 se encontró en Nag Hammadi (Egipto) una versión del Padre nuestro con algunos jugosos comentarios. Uno de ellos decía: "No nos dejes caer en la tentación de olvidar que tú eres nuestro Padre"
No lo olvides nunca: Dios es tu Padre, camina contigo y esta siempre silenciosamente a tu lado.
Con este pensamiento, dirígete a tus trabajos, lleno de paz.